viernes, 22 de febrero de 2008

El ocio no es un trabajo, encuentra el equilibrio

El ocio puede llegar a esclavizarnos tanto como el trabajo. Ya va por el cuarto fin de semana que no tengo un minuto libre. Creo que debo plantarme... Considerar que no hago todas aquellas cosas que debiera en mi tiempo de ocio puede convertirse en un elemento de estrés adicional y creo que ya tengo bastante. El ocio, el tiempo libre, no puede ser un trabajo en sí mismo, faltaría más. El ocio debe darnos placer, en sentido amplio, de mil y una maneras. Hace no mucho he descubierto que una de las maneras (más denostadas) de emplear el ocio es la pereza.


Dice Savater que la pereza es la falta de estímulo, de deseo, de voluntad para atender a lo necesario e incluso para realizar actividades creativas o de cualquier índole. Es una congelación de la voluntad, el abandono de nuestra condición de seres activos y emprendedores. Y por lo tanto considera la considera como algo negativo. Sin embargo no se trata de ser perezoso en el sentido de descuidado o desganado, se trata de ser lento, pausado, tranquilo, de tener ganas de no tener ganas y no sentirse culpable por ello. No proclamo la pereza como un fin, sino como un medio para conseguir el equilibrio. Todo el mundo necesita un momento de abandono esporádico del cuerpo a los sentidos. Recuperar el control.
Pruéba tu también. Si ya es tarde para este fin de semana, prueba a hacerlo para el siguiente, y si eres de los que tienen más vida social que Paris Hilton, coge el último fin de semana libre que aparezca en tu agenda y no planees nada. Todo es más fácil si se esconden todas aquellas cosas que te recuerdan todo eso que tienes que hacer, a todas esas personas a las que tienes que llamar y a todos eso sitios que tienes que visitar. ¿Qué hay de tí? ¿Qué es lo que realmente te apetece hacer?
Me he plantado. La vida no es un maratón. Hay que vivirla si, pero no merece la pena vivirla sin enterarse, porque al final te lo acabas perdiendo todo. Así que os animo a que este fin de semana os relajéis y disfrutéis de la tranquilidad que la pereza puede daros. Y para que se reduzca el sentimiento de culpa al mínimo os recomiendo un libro que puede ayudaros: adictos a la pereza
zzzzzzzz

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