Este fin de semana he ido a comer al Vivaldi, restaurante italiano en Valdemoro que me habían recomendado hacía tiempo y que está en la Calle Aguado 93 esquina con C/ Hispanoamérica. Iba a ser la segunda vez que iba. Reconozco que no había quedado muy satisfecha la primera vez, pero siempre es bueno dar una segunda oportunidad y nos lanzamos.
Llegamos un pelín tarde, pero aun así nos atienden amablemente (nada que objetar a la amabilidad de los camareros, que es de lo más destacable del restaurante) justo cuando pensábamos que no íbamos a poder comer en ningún lugar de Valtimore. El
maitre o como quiera que se llame esta figura del restaurante, nos pregunta si tenemos reserva. Mierda! Había que reservar... Le decimos que no con un nudo en la garganta, definitivamente hoy no comemos...El
maitre pone cara de preocupación, se hace el interesante y finalmente nos conduce a una mesa. Coño! Pero si está medio restaurante vacio, hombre, no nos des estos sustos que ya estaba yo sudando frío.
Nos sentamos en un comedor semi lleno. Un cumpleaños, unas cuantas parejas y nosotros. No os lo había dicho antes pero tengo algunos amigos italianos que me han acostumbrado mal. Aun así no venía con unas expectativas muy altas, solo busco un lugar agradable y con una buena relación calidad precio, eso es todo. Pero bueno, vamos a lo que vamos. Echando un ojo a la carta, parece que hay variedad de pastas y también carnes. En los entrantes me llama la atención un
Carpaccio, 10 euros del ala pero eso si, si está bueno es un plato que merece la pena. Como segundo me decanto por una pasta tradicional,
fruti di mare.
Tranquilidad y amabilidad. Todo bien hasta que llega el carpaccio. Señores, 15g de carne cortada al laser. Digamos que si cortan la carne más fina ya ni la cortan. Mi matemática cabeza se pone a calcular, si 15g de carne son 10 euros el kg me ha salido a 600 euros. Bueno, o eso o el parmesano, la pimienta y el limón son de fabricación artesanal y/o cultivo ecológico regado con agua del Tigris y el Eufrates o aquí hay gato encerrado... Empezamos bien.
Entre tanto en la mesa de detrás una joven se baña en el tomate de sus
tortellini. Cometió el error de pinchar con poco ímpetu un pedazo de pasta rellena y en la caída se ha duchado con tomate hasta el pelo. Mientras su vecina no le ha perdonado que manche su pulcra camisa, a su mirada asesina me remito, a los postres la pobre comensal poco impetuosa todavía seguía quitándose salsa de la peluca. Ahí me empieza a entrar el mal rollo. Mi pasta, que en la carta decía tener algo de tomate puede ser una piscina. Horror! Solo el que ha pedido el solomillo Vivaldi se sienta tranquilo, mientras los demás volvemos a sudar frío. Efectivamente, cuando me traen el plato los
spaghetti nadan, al igual que la pasta rellena al salmón de uno de mis compañeros, que se ahogó nada más salir de la cocina. Los de la mesa de al lado se quejan del
Tiramisú que han pedido de postre. “
Oiga”, le dicen a una camarera, “
esto no es tiramisú, yo mas bien diría que son unas natillas con canela”, pero al final ni les cambian el plato ni llegan a ninguna conclusión, solo que no se lo comen. Mi pasta está pasada del punto, aunque la rellena está bien y el solomillo por la pinta y el olor alimenta bastante. Me arrepiento de mi elección al segundo, y me pregunto si en este caso les saldrá rentable mi plato pues juraría que lleva un bote entero de tomate. Mi compañero, el de la pasta rellena, se queda con mucha hambre y decide pedir postre, eso si, nada de Tiramisú que la experiencia de los de la mesa contigua nos ha quitado las ganas. Mientras, yo pido una barra de pan para mojar la salsa de mis
spaghetti. Los del cumpleaños parece que estén más contentos y preguntan al
maitre si es italiano. Este responde que "no" pero que tiene nombre italiano: Mario. Curioso resulta que nadie haya pedido pizza, aunque la verdad no llegué a fijarme en ellas en la carta. Al menos el café está bueno, bastante bueno de hecho. Y creo que nos faltó pedir vino, quizá la tajada nos hiciera que todo entrase mejor.
A posteriori, y por curarme en salud, decidí instruirme en referencias sobre este restaurante en la web, a ver si encontraba opiniones que a mi me habrían venido muy bien antes de decidirme a ir. Referencias no he encontrado pero si que he tenido acceso a su
página web. Por lo pronto descubro con asombro que existe otro restaurante
Vivaldi en Aranjuez, que llevaba funcionando más tiempo, con terraza y todo (este no lo conozco y nada que objetar, obviamente). Me tomé la molestia de leer la reseña que en ella se hace del restaurante Vivaldi de Valdemoro y me quedé sin palabras:
Nos Orgullese, darles a conocer nuestro Restaurante Vivaldi ubicado en Valdemoro, el cual nace de nuestro afán por satisfacer las necesidades y expectativas de nuestros clientes, por ello, continuaremos con nuestra ya conocida atención personalizada y nuestro ya tradicional estilo de gastronomía italiana. Ven a conocernosEn
pintoyvaldemoro.com también hay un artículo sobre este restaurante, por lo pronto se refiere a la “Cuccina” italiana en lugar de a la “Cucina” italiana (oigan si no sabemos usar el idioma mejor no lo usamos pero al menos comprueben sus fuentes lingüisticas) y nada nuevo agrega a lo que ya se dice en la web respecto al restaurante. De modo que señores, ustedes mismos.
La verdad no creo que vuelva. Pues no me gustó la comida, ni en mi primera ni en mi segunda visita y creo que la relación calidad precio no es adecuada. Demasiado caro para lo que ofrece. Aunque el ambiente es agradable y el trato del personal también, no sólo es eso lo que cuenta cuando uno va a comer, vamos, la comida también es importante y en eso no me ha convencido en absoluto. Eso si, cada cual es libre de hacer lo que quiera y esto no es más que una opinión personal.